Desde Parroquia la Asunción, Roberto cuello lleva a cabo la lectura del Evangelio y una breve reflexión sobre el mismo.

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Evangelio (Lucas 23:35-43)

Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.» También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»

Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.» Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»  Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»

Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»

Reflexión

  Quizás  estemos  un  poco  confusos al  leer  el   evangelio de  hoy.  La  Iglesia  conmemora  a  Cristo  Rey  y  quiere  que  veamos  a  Jesús  como  un  triunfador,  pero  nos presenta  a  Jesús  en  la  cruz.  Los condenados  a  muerte  no  ha  triunfado  nunca  en  la  historia.  Como  máximo  algunos  los  han  llorado.  Pero  con  Jesús  es  diferente,  porque  su  reinado  no  es  de  este  mundo.  Muchos  se  preguntan  porque  siendo  Dios  infinitamente  bueno,  ocurren,  catástrofes,  crímenes,  violencia,  injusticias,  guerras.  Esto  sucede  porque  el  Señor  nos  dio  la  libertad,  el  libre  albedrío,  para  no  cumplir  su  voluntad  y  sus  leyes  haciendo  el   mal  o  sea  elegir  una  posición  consciente  contraria  a  Dios,  pecando  y  desobedeciendo  al  Señor.  Podemos  en cambio  optar por  cumplir  con las  leyes  divinas,  prefiriendo  estar  del  lado  del  bien.  Dios  podría   “programarnos”  para  hacer  el  bien  sin  dañar  a  nadie,  para  que  hagamos  solamente buenas  acciones,  pero  en  este  caso  no  seríamos  moralmente  libres,  seríamos  una  especie  de  robots  o  títeres  y  el  Señor  quiso  hacernos  hijos  libres.   La  misión  del  reino  de  Dios  es  juntar  a  todos  su  hijos e  hijas  dispersos  por  el  mundo  para  convertirlos  en  una  familia.  Este  reino  no  tiene  súbditos  ni  ciudadanos.  Somos  hijos.

Cuando  se  dice  que  el  reino  de  Dios  va  a  llegar,  no  pensemos  que  este  reino  va  a  ser  próspero  económicamente,  ni  que  se  vayan  a  hacer  obras  grandiosas  y  monumentos,  ni  que  vaya  a  tener  el  ejército  más  poderoso.  En  este  reino   vamos a  ser  todos  hermanos  y  Dios,  nuestro  padre,  hará  posible  la  fraternidad,  la  solidaridad  y  la  justicia  entre  todos  y  todas.  Como  una  buena  familia  pondremos  toda  nuestra  confianza  en  el  padre  y  en  el  encontraremos el  amor  que  nos  hace  falta  para  vivir.  Y  todo  eso  sin  división  de  razas,  cultura,  religión  o  nacionalidad.  Por  eso  Jesús  murió  en  la  cruz  y  por  eso  Dios  el  padre,  lo  resucitó.   Pidamos  al Señor  para  que  nos  ilumine  con  la  fe,  para  que hagamos  su  voluntad.   Que  así  sea…