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  En una ciudad golpeada por la crisis, el presidente del Concejo Deliberante propone ahorrar en educación y en cuidado infantil. Sí, aunque usted no lo crea.

 Porque claro, si hay algo que sobra en la Argentina de hoy son jóvenes con futuro y chicos que no necesitan ser contenidos… (ironía).

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Por Fernando Molina, Director de SEMANARIO

  Hay que tener mucho coraje. O tener la brújula rota. Una de dos. En pleno análisis del balance municipal 2024, mientras Marcos Juárez intenta sobrevivir a los baches, comercios vacíos y algunos vecinos muy afectados porque están cobrando los sueldos a cuenta gotas, Javier Barletta, presidente del Concejo Deliberante, sacó el Excel y concluyó lo impensado: estamos gastando demasiado en universidades y guarderías.

Sí, universidades y guarderías, esas dos “pequeñas” instituciones que cualquier sociedad mínimamente civilizada considera claves para salir del pozo. Bueno, no. El histórico dirigente de la UCR propone ajustar ahí. Porque en su visión, que más que austera suena amputadora, educar y cuidar cuesta mucho. Y si encima se hace con fondos municipales, es cuasi un despropósito.

Primero le apuntó al Centro Universitario local. Según los cálculos, el 51% de los estudiantes vienen de pueblos vecinos. Y eso, para él, es ser “demasiado generosos”. Claro. Como si el conocimiento tuviera que llevar código postal. Como si enseñarle a alguien con tonada leonense fuera perder. ¿Qué sigue? ¿Hacer un muro al sur para que no vengan los de Inriville?

Después, cargó contra la llegada de la Universidad Provincial de Córdoba. Porque parece que cuando los títulos universitarios llegan con sello oficial, también traen sospechas. La currícula le preocupa, dice que viene toda empaquetada desde la capital cordobesa. A mí me parece que el concejal no sabe que la casa de altos estudios provincial se inaugura con el traspaso del Instituto Bernardo Houssay a la órbita universitaria. Es decir, las carreras que ya se cursan en la ciudad son las que se dictarán en esta primera etapa de la universidad, pero con títulos intermedios de tecnicaturas superiores universitarias y Licenciaturas. Además del paso de todo el personal y la jerarquización del mismo. Apenas un detallito, nada grave…

Y por si no alcanzaba con dinamitar la educación superior, le tiró con todo a la guardería Hijitus, donde muchos chicos en situación compleja —esos que no podrían pagar el chiqui o los jardincitos de los clubes— reciben contención, comida y abrigo. Pero Barletta cuestiona que el municipio la subsidie. Cree que debería ser un ente autárquico. Claro. Porque los nenes de cinco años deberían autofinanciarse vendiendo rifas o haciendo stickers para WhatsApp.

Todo esto, dicho en un contexto de en un país donde según la UCA, uno de cada tres niños pasa hambre, el peor dato de los últimos 10 años. Y dicho por un dirigente que militó en la campaña del gobierno nacional actual.

El problema no es el ajuste. El problema es a quién se ajusta. En lugar de revisar privilegios (o presupuestos con “errores”), se revisan guarderías. El Presidente de la Casa del Pueblo (El Concejo), baja las banderas progresistas de la centenaria UCR mientras se prepara para lo que viene, porque —dato no menor— el año que viene se vence la alianza de gobierno que llevó a Barletta a esa cómoda silla del refaccionado Concejo Deliberante, y hay que empezar a hacer ruido. Aunque sea pateando lo único que puede sacarnos adelante.

Y sí, la ciudad no está bien, la guita no alcanza. El presupuesto es finito. Pero cuando hay poco, es justamente cuando se necesitan políticos empáticos, creativos, inteligentes, innovadores. En esos casos la pregunta no es técnica, es ética. ¿Hacia dónde queremos destinar nuestros recursos?

Porque hay despilfarros que quizás puedan “arruinar” un balance, y hay otros que, sin dudas, arruinan una ciudad.

Lo importante de todo esto es que, afortunadamente, los que trabajan en terreno -me refiero a quienes hace años luchan por el Centro Universitario o colaboran con la guardería- se ofuscaron con los dichos del dirigente, y eso es siempre una buena señal.

Por otro lado, se sabe que los dichos de Barletta no cayeron nada bien en la interna municipal. Las malas lenguas -que siempre tienen buena data- aseguran que a la intendente le molestaron bastante sus declaraciones, y no faltó quien susurrara que esa idea de recortar en educación no suena muy irigoyenista que digamos. Por más que venga con moño radical.