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  Hay momentos en la política en los que los discursos parecen meras formalidades y otros en los que cada palabra tiene un peso específico, casi como si fueran fichas de dominó cayendo en cadena. Lo que pasó hoy en Marcos Juárez parece ser de los segundos.

 

fer molina
Por Fernando Molina, Director de SEMANARIO DIGITAL

 

El exintendente Pedro Dellarossa, hoy ministro en la gestión de Martín Llaryora, volvió a pisar su tierra natal con el gobernador de Córdoba para la entrega de fondos destinados al polo educativo local. Un acto protocolar, una de esas fotos que los políticos adoran para sus redes sociales. Hasta ahí, nada nuevo bajo el sol.

Pero claro, cuando le tocó hablar, el exmandatario local no pudo con su genio. Porque lo que a simple vista parecía un discurso institucional terminó siendo un repaso meticuloso de su gestión de ocho años al frente del municipio. Como quien no quiere la cosa, enumeró una por una las obras que llevó a cabo en conjunto con la provincia.

Mencionó el programa Lo Tengo, urbanización de barrios, desagües, creación de la Escuela ProA y cada una de las iniciativas que impulsó en su momento. Y también aprovechó la volada para tirarle flores al exgobernador José Manuel de la Sota y al siempre presente Juan Schiaretti.

Mientras tanto, en la platea oficial, el espectáculo era digno de una serie de Netflix. Algunos funcionarios locales, sobre todo los de su riñón, lo miraban embelesados. Otros, en cambio, tenían una cara de cola que ni el mejor de los barbijos hubiese podido disimular. Es que, en política, hay discursos que entusiasman y otros que incomodan. Este pareció ser de los segundos.

Hasta ahí, un discurso más de nostalgia política. Pero lo interesante es el contexto en el que ocurre. Porque hoy Dellarossa no está precisamente en la mejor sintonía con el oficialismo local. De hecho, el presidente del Concejo Deliberante, Javier Barletta, lo criticó duramente por su actitud –que definió como pasiva– respecto al reclamo de los fondos que la provincia le debe a la ciudad.

Y hay otro detalle que no es menor: Marcos Juárez es una plaza clave en el calendario electoral, ya que es la única ciudad de la provincia que vota su intendente un año antes que las elecciones provinciales y nacionales. Esto la convierte en un termómetro político que todos los espacios miran con atención.

Entonces, ¿el discurso de Dellarossa fue solo un paseo por el baúl de los recuerdos o un relanzamiento encubierto? Porque una cosa es que te recuerden y otra muy distinta es recordarles a todos quién sos, con la intención de marcar la cancha o de que te den una nueva oportunidad.